En el
transcurso de nuestra larga vida vivimos muchas experiencias y tendemos a etiquetarlas
como buenas o malas. La realidad es que son sucesos que ocurren debido a
acciones y decisiones que tomamos y dependiendo de nuestro estado de ánimo y
como percibimos la misma decimos que es buena o mala. De hecho, tendemos a
cambiarla, podemos decir que fue buena y luego al tiempo alegamos que fue mala,
y es dependiendo de cómo la sentimos y observamos. O al contrario decimos que
fue una mala experiencia y luego nos damos cuenta que en realidad fue positiva.
La verdad
de esto, es que la experiencia por su naturaleza no es ni buena ni mala, empero
si se requiere etiquetarla entonces podemos decir que toda experiencia es buena
en realidad. Ninguna experiencia es mala, las mismas tienen una función muy
importante y es crecer como personas. Ellas nos ayudan a madurar, a crear
conciencia, a discernir entre lo bueno y lo malo, a planificar, a desear,
motivan y al tener mayor experiencia nos incentivan la perspectiva.
Hay
experiencias traumáticas e incluso ellas tienden a repetirse, pero ¿porque?
pasa que hay situaciones que consideramos malas, y nos enfrascamos en repetir
una y otra vez la imagen en nuestro cerebro. Nos lamentamos, lloramos,
maldecimos y nos decaemos diciendo que la vida es mala con nosotros.
Esta
escena se repetirá indefinidamente hasta que no aprendas de ellas. Existe un
término en psicología que se llama el síndrome de estrés post traumático. Y es
que dependiendo del nivel la persona va a experimentar un descontrol emocional
y físico cuando pase por una escena que se parezca a la situación traumática.
Lo que se
debe hacer es que los individuos deben aprender de ella. Saber que función
relevante tiene en nosotros y en la vida. Como nos desarrolla o nos puede
desarrollar como persona. Los aportes que origina a crecer, y este análisis se
puede realizar con los distintos puntos que mencione anteriormente.
Si
aprendemos la lección eso permitirá que no se repita, se superará y se crecerá
como persona. Por ejemplo, si nos roban en un callejón solitario tenemos dos
decisiones o nos caemos de la tristeza por el acontecimiento sucedido o podemos
aprender y tomar las precauciones pertinentes. Las cosas que ocurren no están
desligadas a nosotros, al contrario, tenemos participación directa con el hecho
y no solo como víctima sino como productor y ocasionador.
Las cosas
no ocurren por algo. Sino para algo y el fin último de las experiencias es
crecer como persona. No son malas, al contrario, todas, absolutamente todas las
experiencias son buenas. Nuestra perspectiva es quien hace que la etiquetemos.
La
energía que se gasta en lamentos se puede utilizar en provecho, en aprendizaje.
Si una pareja es infiel entonces debemos aprender que tenemos que ser más
selectivos con las personas. Conocer bien a quien le daremos confianza y
admitiremos como novio o novia dependiendo del caso.
Si no
hacemos el paso correspondiente al aprendizaje no vamos a tomar las medidas
pertinentes y este se repetirá hasta que comprendas lo que debes cambiar. Lo
que debes aplicar en tu vida.
Espero
que esta reflexión sea de utilidad a todas las personas que lo lean. Seguro
puedes diferir en mi opinión y es normal. La belleza de la vida radica en la
diversidad de pensamientos. Te invito a que puedas comentar sobre la misma o
sobre alguna experiencia vivida que te parezca oportuna y que pudiste aprender
de ella para que no se repitiera. Recuerda que en Pomum, cualquier cosa puede
ser escrita.
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